

Cabe anotar que sobrevivimos en medio de las dificultades de un sistema que pretende obtener el mayor lucro vía impuestos que se carga a nosotros los productores, de una mano de obra cada vez más escasa pues pocos son los que quieren entregar su fuerza laboral al campo porque nuestros papás y abuelos se mataron en la finca para que saliéramos adelante y saliéramos del campo.
Y en un espacio donde las exportaciones se vislumbran como una luz al final.
Donde los pequeños compradores que buscan a los pequeños productores ayudan a movilizar la cadena y a dinamizar nuevos negocios y nuevas esperanzas para los productores que durante años han visto desaparecer sus utilidades y su trabajo en manos de grandes conglomerados nacionales y del exterior pero que ahora, con el contacto directo, se abren nuevamente las luces para seguir en su esfuerzo ingente de producir el mejor café de Colombia para el mundo.